“Somos víctima de la incapacidad del alcalde, quien debería velar por gestionar el cierre de estos lugares de ‘mala muerte’, donde los parroquianos una vez se encuentran bajo los efectos del alcohol, ‘hacen de las suyas’, quiénes sin importar la presencia de menores de edad hacen escándalos, miccionan en la vía pública y nunca faltan las peleas en las que en ocasiones resultan heridos de gravedad”, denuncia una madre de familia residente de dicha localidad

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